
La Eucaristía por el Día de la Madre fue un momento dar gracias por la vida, el cuidado, la paciencia y el sacrificio de todas las madres. Pedimos a Dios que siga bendiciéndolas, fortaleciéndolas en su misión y llenándolas de paz y alegría, reconociendo en ellas un reflejo del amor y de la entrega de María, Madre de la Iglesia.